Sermon del Sexto Domingo Después de Pascua
Sin Transcripción
Cantico Espiritual de San Juan de la Cruz – Prologo
Cayendo el alma en la cuenta de lo que está obligada a hacer; viendo que la vida es breve, la senda de la vida eterna estrecha: que el justo apenas se salva, que las cosas del mundo son va- nas y engañosas, que todo se acaba y falta, como el agua que corre; el tiempo incierto, la cuenta es- trecha, la perdición muy fácil, la salvación muy difi- cultosa. Conociendo, por otra parte, la gran deuda que a Dios debe en haberla criado solamente para sí, por lo cual le debe el servicio de toda su vida; y en haberla redimido solamente por sí mismo, por lo cual le debe todo el resto y correspondencia del amor de su voluntad, y otros mil beneficios en que se conoce obligada a Dios desde antes que nacie- se; y que gran parte de su vida se ha ido en el aire, y que de todo esto ha de haber cuenta y razón, así de lo primero como de lo postrero, hasta el último cuadrante, cuando escudriñará Dios a Jerusalén con candelas encendidas, y que ya es tarde y por ventura lo postrero del día: para remediar tanto mal y daño, mayormente sintiendo a Dios muy enojado y escondido por haberse ella querido olvidar tanto de él entre las criaturas, tocada ella de dolor y pavor interior de corazón sobre tanta perdición y peligro, renunciando todas las cosas, dando de mano a todo negocio, sin dilatar un día ni una hora, con ansia y gemido salido del corazón, herida ya del amor de Dios, comienza a invocar a su Amado.
St. John of the Cross’ Spiritual Canticle: Prologue
The soul, considering the obligations of its state, seeing that “the days of man are short;” that the way of eternal life is straight; that “the just man shall scarcely be saved;” that the things of this world are empty and deceitful; that all die and perish like water poured on the ground; that time is uncertain, the last account strict, perdition most easy, and salvation most difficult; and recognizing also, on the other hand, the great debt that is owing to God, Who has created it solely for Himself, for which the service of its whole life is due, Who has redeemed it for Himself alone, for which it owes Him all else, and the correspondence of its will to His love; and remembering other innumerable blessings for which it acknowledges itself indebted to God even before it was born: and also that a great part of its life has been wasted, and that it will have to render an account of it all from beginning to the end, to the payment of “the last farthing,” when God shall “search Jerusalem with lamps;” that it is already late, and perhaps the end of the day: in order to remedy so great an evil, especially when it is conscious that God is grievously offended, and that He has hidden His face from it, because it would forget Him for the creature,-the soul, now touched with sorrow and inward sinking of the heart at the sight of its imminent risks and ruin, renouncing everything and casting them aside without delaying for a day, or even an hour, with fear and groanings uttered from the heart, and wounded with the love of God, begins to invoke the Beloved
— Padre Ermatinger